Mi historia de amor, el nacimiento de un sireno.





El día 3 de mayo del 2013, aproximadamente a las 11:00am acudí al hospital general de Ensenada para monitorear mi salud y la de mi bebé pues se me estaba subiendo la presión y, según esto, ya tenía 41.4 semanas por lo cual esperar más para su nacimiento ponía en riesgo la salud de mi bebé.

Entré al “CONSULTORIO 1” (lugar en dónde aplican la prueba sin estrés, hacen tacto y todas esas cosas para evaluar el desarrollo del embarazo). Cuando fue mi turno de pasar me hicieron el tacto y traía 2-3 de dilatación, mi presión estaba en 130/80 y la prueba sin estrés salió bien. El doctor dijo que me podía ir a mi casa y que volviera si sentía dolores pero cuando me estaba cambiando me dijo “¿sabes qué? Mejor quédate, traes la presión un poco alta”, me dio una bolsa para que echara mis pertenencias pues se las darían a mi novio para que las guardara. En el momento que me dijo que me fuera a mi casa una parte de mi sintió alivio (porque me habían contado que no es divertido pasar la noche en el hospital esperando a que nazca el bebé) pero cuando dijo que me quedara pensé en que para eso había ido, a quedarme y esperar que mi sireno naciera.

Sinceramente no quería ir pues quería un parto natural, me quería ir a mi casa y caminar un poco más para dilatar pero a la vez me preocupaba mucho el que no dilatara y se me pasara el parto. En el fondo sentía que aún no era momento para parir pero el miedo de que mi bebé corriera peligro me angustiaba y decidí quedarme. Además de que mi presión estaba alta.

Aproximadamente a las 4:00pm entré al área de “toco” , había otras futuras mamás en espera de la dilatación máxima (no. 10). Me pusieron a lado de una mami que ya tenía 1 día y medio en esa área, estaba quejándose mucho. Había otra mami que gritaba, decía que le dolía mucho. Recuerdo que me dieron ganas de pararme y hablar con ellas sobre el parto y cómo en vez de hacer escandalo concentraran su energía en conectarse con su bebé y escuchar su cuerpo.
El doctor en turno que nos cuidaba era muy amable, lástima que nos duró poco el gusto pues cambiaba de turno. Me asistieron varias enfermeras, hacían muchas preguntas y cada que entraba una nueva preguntaba lo mismo: “como se llama” “cuantos años tiene” blablablá…

La mami que estaba a lado de mi seguía quejándose y empecé a alentarla a respirar, a concentrarse en la respiración y en platicar con su bebé para que juntos hicieran el proceso de parto más sencillo, entre otras cosas… Creo que hizo caso omiso a lo que le dije.
Pasaron las horas y las mamis iban pasando al “expulsivo” a tener a sus bebés o a quirófano (dependiendo del caso).
Por mi parte me concentré en todo, cada que me iban a inyectar algo en el suero preguntaba que era y para qué servía, platicaba con mi bebé, respiraba con cada dolorsito (aunque no eran muy intensos), monitoreaba los latidos de mi bebé, en fin, trataba de conectarme con mi cuerpo y mi bebé.

Al día siguiente (4 de mayo) como a las 3:30am empecé a sentir dolores más fuertes y me emocioné, estaba feliz pues indicaba que ya estaba empezando a dilatar más (según yo), me emocionaba cada dolor que sentía. Cuando se venía una contracción respiraba profundo e inhalaba y lo repetía en cada una de ellas.  
El doctor en turno (desagradable por cierto) se encontraba dormido en una de las camas desocupadas junto con otra doctora y dos enfermeros, no había nadie, LITERALMENTE NADIE cuidándonos. Me sentía decepcionada por el trato que nos estaban dando pero a la vez me emocionaba el sentir dolores cada vez más fuertes. Pensaba en mi novio, en mi familia que esperaba fuera, en mi bebé y en que ya quería experimentar esa conexión con él al momento de parir pues me había preparado todo el tiempo de mi embarazo para ese gran día.

Pasaron las horas y a las 8 de la mañana se despiertan los doctores y los enfermeros, uno de ellos va a hacerme tacto y me dice que tengo 3-4 de dilatación (lo cual no podía creer pues había sentido dolores más fuertes en la madrugada), me da un poco de tristeza y empiezo a platicar con mi bebé.

Posteriormente me inyectan un medicamento (del cual no recuerdo el nombre) porque tenía infección en las vías urinarias y resulté alérgica. Empecé a vomitar y sentía que no podía respirar. Inmediatamente lo contrarestaron. Me empezó a doler la cabeza, se lo hice saber a la enfermera y me checó la presión. Traía 148/90…

A las 11 de la mañana llega el doctor Hernández, doctor que se encargaría de asistirnos, yo me encontraba en una cama en la cual me estaban monitoreando la presión pues iba de 130 a 160, de 140 a 150… Empezó a ver nuestro historial clínico y al ver que mi presión no cedía dijo que me metería a cirugía para realizarme una cesárea.

No puedo ni describir lo que sentí cuando escuché eso… lo que más temía, lo que menos deseaba, lo que más odiaba escuchar lo escuché “le realizaremos una cesárea”. Me quedé callada, estaba en shock, pensaba en decirle que no pero al mismo tiempo pensaba en la salud de mi bebé y empecé a llorar. Una enfermera se acercó a mi y me pregunto que por qué lloraba, le contesté que lloraba porque estaba preocupada por la salud de mi bebé y ella dijo que estaba bien y  que estaría bien. En realidad creo que lloraba por mi fracaso al no haber dilatado lo suficiente, por mi presión alta y por todo lo que impidió que mi parto no fuera natural.

Se suponía que pasaría yo primero pero hubo otros casos más delicados que el mío y pasé a las 4:00pm. Antes de entrar me inyectaron dos medicamentos y empecé a sentirme MUY ansiosa, quería arrancarme el suero y salir corriendo de ahí. Afortunadamente llego la anestesista y me metieron al quirófano. Había 3 personas cuando entré, me pusieron en posición fetal y un enfermero me sostenía de la cabeza y los pies para que no me desdoblara al meter la famosa “raquia”. Cuando la anestesista me puso la raquia movía la aguja de un lado a otro como si estuviera cociendo mi columna, sentí un dolor horrible y empecé a llorar. Me estaba moviendo mucho a causa del llanto y me puso anestesia sobre la piel para poder meter la raquia de nuevo, (no entiendo porque no lo hizo antes). 

Finalmente lo logró y empecé a sentir que mis piernas se adormecían, trataba de moverlas y no podía. Me movieron para untarme el abdomen con isodine, me sentí como un animal pues no tenía control sobre mi cuerpo y no platicaban conmigo ni nada.

Cuando terminaron de untarme isodine entro el doctor y para mi sorpresa no era el doctor Hernández, era otro… El “famoso” doctor Medina.
Le dije que si me podía hacer la abertura de forma horizontal y me contestó que no porque no estábamos en un particular (en un tono super sangrón). Me sentí horrible con esa contestación, me dio coraje pero no podía decir nada, ya estaba en la mesa, como un cerdo esperando a ser destazado.

Empecé a sentir mucho sueño a causa de la anestesia, la enfermera me tapó la vista para que no viera la operación, me amarran las manos, cerré los ojos pero mis oídos se encontraban activos. La enfermera me dice “hey hey que tienes” y le contesté que mucho sueño y me responde “mira para allá ahorita va a pasar tu bebé” en eso escucho su llanto y empiezo a llorar. El doctor dijo que estaba enojado y le contesté “pues claro, él no quería salir aún y lo sacamos”. Al escuchar a mi bebé sentí la MAYOR emoción que he sentido en mi vida, felicidad plena, pura. Lo vi pasar, lo llevaron a una mesita para vestirlo. Podía ver su piel, era muy blanca. Quería que me lo dieran, quería tocarlo, besarlo pero me dijo la enfermera que se lo llevarían a darle formula, yo no quería que se lo llevaran pero tenían que… Al verlo salir le grite “te amo Nicolás” y se fue.

Me quedé en el quirófano, estaban cociéndome. Sentía que pasaba mucho tiempo sin mi bebé, no lo había tocado y apenas lo vi por unos segundos. Me sentía triste y feliz al mismo tiempo.

Cuando al fin terminó el doctor me llevaron al cuarto donde estaba mi bebé, lo ví, lloré de felicidad de tenerlo a mi lado, quería cargarlo pero no podía por la operación y la anestesia. Seguían monitoreando mi presión.
La enfermera dijo que le habían hablado a nuestros familiares pero que no estaban afuera (obviamente no le creí, era ilógico que no estuviera ningún familiar fuera). Como a las 8 nos pasaron a cuarto, primero a mí y después a mi bebé.

Cuando me lo entregaron dijeron que le diera pecho y que yo lo cambiaría, rápido me lo puse en el pecho y empezó a succionar para comer, me preocupaba que no me bajara el calostro pero si salió y mi bebé empezó a comer. Me sentí feliz aunque me preocupaba que no pudiera cambiarlo por la operación pero me acomodé y si pude. Moría por que entrara mi novio a verlo, quería ver su cara cuando se encontrara por primera vez con nuestro sirenito. Cuando por fin entró nos emocionamos, no podía dejar de sonreír, el miraba a Nicolás y lo besaba y abrazaba, le hablaba. Nos tomamos fotos, grabamos un video para nuestros familiares que no pudieron entrar. Tuvo que irse rápido pues solo lo dejaron entrar unos cuantos minutos.
Familia G.H. <3
Toda esa noche me quedé viendo a mi sirenito, pensaba en que al fin estaba a mi lado y en lo feliz que era. Mi familia estaba completa.
El día 5 de mayo a las 11:00 am empezaron a entrar mis familiares a verlo, estaban felices. Ver sus caras fue lo mejor, no cabe duda que Nicolás es un niño muy amado. Se acabó la hora de visita y una hora después llegó el doctor a decirnos a mi compañera de cuarto (con la cual hice una bonita amistad) y a mí que a las 4 nos podíamos ir a nuestras casas.

Antes de irnos me metí a bañar, me sentía con miedo de ver la cicatriz y la forma de mi herida pues no estaba segura si la habían hecho vertical. Empecé a quitarme la venda, me vi al espejo y me sentí muy mal, la cicatriz era horrible, vertical, chueca y parecía abierta de la parte de abajo. Le hable a la enfermera para que me dijera como bañarme y qué hacer, etc.. Salí del baño y me puso la venda, me dijo que tenía que hacer eso todos los días al salir de bañar.Le hablé a mi novio para que viniera por nosotros, salimos del hospital y fuimos directo a casa en dónde nos esperaba toda la familia.

Veníamos en el carro y me dolía por los baches de la calle (gracias Pelayo), cuando llegamos había mucha gente, mi familia estaba reunida para ver a mi sirenito. Entramos y me bombardearon con consejos, fue bastante mareador pues estaba exhausta y solo quería descansar. Se fueron todos, me quedé con los amores de mi vida en el cuarto, besé a mi novio, platicamos un poco y nos dormimos.

Los días posteriores me sentía muy feliz de ver a mi hijo, estaba hermoso, cada gesto, amamantarlo, tocarlo, sentir que me tomaba con fuerza es algo indescriptiblemente hermoso. Por otro lado me sentía triste, no entendía porque no había tenido un parto como lo había soñado: natural, con dolor, vertical y en un ambiente humanizado. Estaba triste porque no podía cambiarlo, bañarlo, abrazarlo bien, cargarlo para arrullarlo, entre otras cosas… y todo por qué? Por la herida de la operación. Así fue durante dos semanas…

Ahora el panorama es distinto, durante esas dos semanas traté de encontrar la respuesta al por qué se me subió la presión y por qué fue cesárea, hoy sé que por algo pasan las cosas y si así tuvo que ser sin duda fue lo mejor para el bebé y para mi pues estamos bien los dos, fuera de peligro, mi bebé está sano, es súper activo y lo mejor es que está rodeado de amor <3



|Kachy|

5 comentarios:

  1. qué linda historia!!y tienes razón, los 2 están bien, sanos y felices y eso es lo que más importa <3

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  2. Hacia ti siento ahora mayor admiración y respeto, eres una mujer muy fuerte y una excelente madre.. Nico es un bebé amado por sus papis y toda su familia y es un bebé feliz..

    Sin embargo el personal médico que te atendió no entiende ni un pelito de lo que es el proceso de parto, el cuerpo de la mujer, se quedaron cortos en brindarte el apoyo y respeto que mereces.. Pero yo se que todas estas experiencias no caen en saco roto, por algo sucedió así, porque tú eres una mujer fuerte y luchadora que desde el momento de compartir tu historia ya estás logrando un cambio y lo seguirás logrando....

    Felicidades por tu hermosa nueva familia y todas las mejores vibras!! :)

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  3. Asi es me queda la experiencia y las ganas de hacer algo para q cosas como esas no vuelvan a suceder. Nos merecemos un trato mejor a pesar de que la instituvlcion te brinde los servicios de manera gratuita

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  4. Kachy me hiciste chillar, eres una mami muy fuerte. Lo entendí todo por que mi historia fue tan similar, y es que como olvidar, el pésimo trato de interinos y enfermeros, las futuras mamis en las sillitas incomodas esperando a pasar al área de toco, yo igual pasé la noche ahí y no había doctor, mucho menos especialista supervisando, eso sí montones de practicantes adivinando cuanto tenía de dilatación. Comparto contigo esas ganas de hacer algo por las futuras mamis. un abrazo!

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  5. Híjole, si ya traía una chilladera con las historias, ahora sí hasta mi hija vino a decirme que no llore, je... Kachy, lo que dijo Pau refleja mucho lo que me hizo sentir tu historia, puede que haya sido una experiencia desagradable pero tú has podido sacar lo mejor de ello y qué afortunado tu sirenito de llegar a una familia con tanto amor. Como dices, todo pasa por algo, y esto puede ser el principio de algo muy bonito para apoyar a otras mamis :)

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