Desde que era un bebé, Isaac no se quedaba
contento en los brazos de nadie más que en los míos o los de su papá, lloraba
cuando alguien más lo cargaba y me estiraba los brazos para que lo tomara de
nuevo. Siempre ha sido un niño muy precavido y hasta tímido cuando está frente
a una situación nueva. Cuando comenzó maternal fueron semanas y semanas de llanto
y gritos al dejarlo en la escuela… lo cual luego se convirtió en felicidad,
besos y despedidas. Ahora que tiene 6 años, lo conozco, sé cuánto le gustan las actividades
nuevas pero también cuánto se resiste a empezarlas. Algunas personas dicen que
eso “no es normal”, que es “ansiedad, inseguridad o temor”, pero yo conozco a mi
hijo y sé que desde que era un bebé así es su carácter y que es mi trabajo como su mamá sacar lo mejor de él. Además, esa timidez le suele durar muy poco, en un abrir y cerrar de ojos ya está adaptado, confiado y feliz.
La experiencia más difícil la tuvimos cuando comenzó sus clases de Tae Kwon Do el año pasado. Su papá y yo decidimos que necesitaba ir a una actividad deportiva fuera de la escuela para convivir con otros niños y liberar un poco energía, primero su papá lo llevó al fútbol; siempre en casa le encanta jugarlo pero estando ahí le dijo a su papá que no quería, que ya se quería ir y que no le gustaba el fútbol. Su papá accedió y no regresaron.
La experiencia más difícil la tuvimos cuando comenzó sus clases de Tae Kwon Do el año pasado. Su papá y yo decidimos que necesitaba ir a una actividad deportiva fuera de la escuela para convivir con otros niños y liberar un poco energía, primero su papá lo llevó al fútbol; siempre en casa le encanta jugarlo pero estando ahí le dijo a su papá que no quería, que ya se quería ir y que no le gustaba el fútbol. Su papá accedió y no regresaron.
Le preguntamos si quería hacer Tae Kwon Do y dijo que sí, así que le
buscamos una clase y fuimos. Yo lo llevé y desde que llegamos se enredó en mis
piernas y no quería saber nada de la maestra, de los niños, de los juegos, solo
se quería ir. Le dije que me quedaría con él a ver la clase y que hasta la otra
se iba a quedar solo y dijo que estaba bien. La maestra lo invitó, lo llamó,
pero él no quería escuchar, no se despegaba de mí. A la siguiente clase, antes
de ir le ofrecí mil premios si hacía bien su clase pero fue lo mismo, un día
más lo amenacé con mil castigos pero eso no pareció importarle, él insistía en
pasar la hora completa pegado a mí sin querer hacer caso a la maestra ni
atender las invitaciones de los otros niños, y yo no podía pensar en dejarlo e
irme cuando el solo mencionarlo lo hacía estallar en llanto. Pasaron varias
clases así, algunas veces lo llevó su papá y lo dejó ahí pero cuando yo iba por él
la maestra me decía que no quiso hacer nada y solo esperó sentado.
Llegó el momento en el que ya no sabía qué hacer, mentiría si dijera que no me frustré, no me enojé o no pensé en rendirme y dejar de “pasar vergüenzas”. Tal vez las actividades extracurriculares no eran para él… pedí consejos de todas mis amigas, maestras, familiares, lo que fuera. Platiqué con él, le pregunté por qué no quería, traté de ponerme en su lugar, no quería obligarlo si no le gustaba pero yo sabía cuánto lo iba a disfrutar si tan solo lograba que le diera una oportunidad…
Fue entonces cuando se me ocurrió tomar la clase con él, pensé que si quería estar pegado a mí, y yo tomaba la clase, no tendría más opción que tomarla también. La clase es para niños pero hablé con la maestra quien muy amablemente me dijo que no había ningún problema. Así que ahí me ven, yo entre un grupo de pequeños tirando patadas y haciendo ejercicio. La primera clase, Isaac no quiso pasar, le daba risa verme “peleando” con los niños pero sé que él también quería estar ahí. Al terminar me dijo que ya quería tomar la clase y ponerse el equipo de pelea también. A la siguiente clase ya se animó y tomó la clase completa muy bien, empezó a jugar con los niños y a soltarse, y le encantaba que su mamá también estaba ahí, presumía que yo era la más fuerte y daba las mejores patadas;) Ya a la siguiente clase, él se quedó solo, por fin, me dijo adiós y tomó la clase con los otros niños.
Llegó el momento en el que ya no sabía qué hacer, mentiría si dijera que no me frustré, no me enojé o no pensé en rendirme y dejar de “pasar vergüenzas”. Tal vez las actividades extracurriculares no eran para él… pedí consejos de todas mis amigas, maestras, familiares, lo que fuera. Platiqué con él, le pregunté por qué no quería, traté de ponerme en su lugar, no quería obligarlo si no le gustaba pero yo sabía cuánto lo iba a disfrutar si tan solo lograba que le diera una oportunidad…
Fue entonces cuando se me ocurrió tomar la clase con él, pensé que si quería estar pegado a mí, y yo tomaba la clase, no tendría más opción que tomarla también. La clase es para niños pero hablé con la maestra quien muy amablemente me dijo que no había ningún problema. Así que ahí me ven, yo entre un grupo de pequeños tirando patadas y haciendo ejercicio. La primera clase, Isaac no quiso pasar, le daba risa verme “peleando” con los niños pero sé que él también quería estar ahí. Al terminar me dijo que ya quería tomar la clase y ponerse el equipo de pelea también. A la siguiente clase ya se animó y tomó la clase completa muy bien, empezó a jugar con los niños y a soltarse, y le encantaba que su mamá también estaba ahí, presumía que yo era la más fuerte y daba las mejores patadas;) Ya a la siguiente clase, él se quedó solo, por fin, me dijo adiós y tomó la clase con los otros niños.
Pude respirar, me sentí aliviada, escucharlo decirme que le gusta mucho, que se divierte me da una satisfacción muy difícil de explicar. Diario me pregunta “¿hoy tengo tae kwon do?” y se alegra cuando sí. Sé que muchos niños empiezan actividades nuevas sin ningún problema, pero así no ha sido mi experiencia con mi hijo y me toca reconocerlo y trabajar para darle ese empujoncito que él necesita. Como papás nuestro camino está lleno de retos y dificultades y es importante saber que cada niño es diferente y lo que funciona con uno (o con todos!) puede no funcionar en tu caso específico. Por eso es importante ponerle atención al niño, buscar y ver qué es lo que necesita en el momento o para la situación y sobre todo, tratarlo con mucho amor y respeto porque aunque no entendamos a qué le teme o cuál es el problema, y sepamos que sus miedos o preocupaciones son completamente infundadas, él las siente reales.
Esta semana Isaac hizo su segundo examen de cambio de grado y ¡ya es cinta amarilla! Verlo desenvolverse durante el examen con tantos ojos en él me llena de orgullo; el profesor preguntó a los niños si estaban nerviosos y con toda seguridad él contestó "yo no". Hoy sé cuánto le gusta y me alegra no haberme rendido.
hola.....me di cuenta que tu eres la mami del post anterior y te puedo decir que muy identificada me siento contigo, yo tengo tres, hijos 2 de ellos los mas grandesitos son muy muy timidos desde bebes,hasta para preguntar la hora la pensaban y parecian el chapulin colorado !!si voy!!!y creo que al principio si me sentia mal por pasar ""verguenzas""pero despues o ya un tiempecito dije ellos son asi y tengo que respetar eso,un dia voltie a ver a mi esposo y yo creo que el se desenbolvio desde que estamos casados por que yo soy muy platicadora y el parecia mudo(enserio) ahi supe que la herencia del papa la llevan mis dos ninos
ResponderEliminarsí, yo también creo que mi hijo sacó ese temperamento de su papá, mi exsuegro y cuñado me han platicado que él era así de niño, pero creo que puede ser una etapa de la niñez y que puede pasar con la motivación correcta;) gracias por leerme!
EliminarAsh, qué bonito post!! Qué suave cómo no te rendiste ni dejaste de respetar el ritmo y modo de tu hijo para hacer las cosas, sos grande!! Las "verguenzas" que nos hacen pasar importan tanto como te importe la opinión de los demás, yo creo que en mayor o menor medida a todos nos afecta, pero lo importante es poner en claro tus prioridades en algún momento. Muchas personas no reparan en ello y se quedan clavados en mantener apariencias por encima de mantener una relación de respeto y amor con sus hijos.
ResponderEliminar:D
ResponderEliminarMe da mucha tranquilidsd leerte y ver que mi niña no es la única que ha pasado por algo así. Igual que tu me he encontrado en situaciones donde no la quiero obligar pero le insisto y busco la manera para que no desista porque se que lo va a dusfrutar. Me acaba de pasar con sus clases de baile y es la mas feliz. Y a pesar de que me tuve que quedar la hora de clase completa afuera del salon, no me importo porque eso le ayudo a sentirse tranquila y disfrutarlo. Ella apenas va a cumplir 3 años y leer tu historia me hace reafirmar que cada niño tiene diferentes necesidades y que estamos aqui para apoyarlos y acompañarlos en su camino.
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