Una pregunta tan común de los papás que tienen a sus hijos durmiendo con ellos. ¿Cómo sacarlos? Desafortunadamente yo no tengo la respuesta, nadie la tiene. Todos los niños (y adultos) son diferentes y no hay una respuesta genérica que funcione por igual con todos. Lo único que sí puedo contarles es mi propia experiencia y cómo mi hijo Isaac, a los 6 años empezó a dormir en su propia cama. Aquí está mi historia de colecho.
Cuando Isaac nació no durmió inmediatamente en mi cama, al principio quise hacer todo de la forma “correcta”, me levantaba a darle pecho en el sillón, lo acomodaba en la posición más cómoda, contaba el tiempo, lo cambiaba de pecho… pero a las 3-4 semanas me quedó claro que no estaba funcionando. Isaac comía más de lo que yo dormía y se arrullaba mamando así que yo estaba agotada. Pasaba la mayor parte de la noche en el incómodo sillón, me dolía el cuello y estaba exhausta así que me pareció fácil pasarlo un día a mi cama. Esa noche dormí por primera vez desde que nació. Me sentí descansada y el niño durmió muy bien también, despertaba y empezaba a pedir comida y yo solo me lo acomodaba y seguía durmiendo. La dinámica nos encantó. De este modo estaba cerca de él toda la noche, lo sentía, lo escuchaba dormir, estaba completamente enamorada y tenerlo cerca me pareció simplemente perfecto.
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Sleeping baby, hay algo mejor? |
De ahí en adelante, el colecho siempre fue obviamente la
opción correcta para nosotros, lo disfrutábamos muchísimo. Tenerlo cerca,
despertar con él… sé que quienes lo practican entienden que hay pocas cosas en
la vida mejores que abrir los ojos en la mañana y ver la sonrisa de tu hijo primero que cualquier otra cosa. Es una cercanía difícil de explicar y no la cambiaría
por nada.
Cuando empezó a crecer, empezaron a llegar los comentarios
“¡¿todavía duerme con ustedes?!”, “¡al rato no lo van a poder sacar!”, “se va a
hacer dependiente”… la verdad desconozco las fuentes de las personas que nos
transmitieron esta información pero como inseguros papás primerizos mentiría si
dijera que hicimos caso omiso. En un par de ocasiones realmente intentamos
que Isaac se pasara a su camita, la cual teníamos en nuestro cuarto, pero
inevitablemente en algún momento regresaba, a veces solo para que le diera
pecho pero siempre volvía. La lactancia terminó cerca de los 2 años pero esa
cercanía que sentía que teníamos, la seguí sintiendo al verlo dormir abrazado a
mí y despertarme con besos y caricias.
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Niño feliz |
Esto duró hasta hace un mes aproximadamente cuando un día,
así de la nada, me dijo que ya quería dormir en su cuarto porque ya había
salido de preescolar y ya es niño grande. A eso yo le contesté que si él lo decidía, estaba bien, que yo estaba feliz de tenerlo conmigo,
pero también estaría feliz de verlo dormir en su propia cama. Él muy seguro me
contestó que ya lo había decidido y que esa noche empezaría. Y así fue. Desde
esa noche, todas las noches ha dormido en su propio cuarto, en su propia cama,
con su lamparita de noche. Yo lo acompaño a acostarse, me platica todo lo que
nunca antes me había platicado (cómo le fue en su día, todo lo que hizo, a qué
jugó) y le doy su beso de buenas noches, es un momento especial, solo de los dos.
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Durmiendo en su cama ya |
Yo no les puedo decir cómo "sacar" a su hijo de su cama. De hecho creo que nadie debería sacar a ningún niño de donde se ha acostumbrado a dormir, de donde se siente seguro. Creo que cuando decidimos, ya sea de forma deliberada o sin querer (esa noche en la que estamos tan cansados que nos parece fácil) dejarlos dormir con nosotros, tenemos que tener el respeto de, al darles ese derecho, darles también el de decidir cuándo irse. Yo no "entrené" a mi hijo siguiendo una serie de pasos para irse a su cuarto. Lo único que hice ya sin siquiera esperar que con eso se fuera, fue decirle que él iba a decidir cuándo irse. Le di una alternativa, su cuarto cerca del mío, un lugar en el que se sintiera cómodo y seguro, y le dije que se podía ir cuando estuviera listo. No sé si él se habría ido antes si yo le hubiera dicho eso antes... ni nunca lo sabré. Lo que sí sé es que lo único que hice fue eso. Darle la opción sin presiones. Cuando quieras. Cuando estés listo. TÚ decides, no yo. Así en cada decisión de crianza que tomemos creo que tenemos que pensar ¿qué quiere el niño? Siempre tomarlos en cuenta y hacerlo con amor, pero sobre todo con mucho respeto, no tratarlos como a perritos que hay que entrenar, sino como humanos, personitas a quienes ayudar a aprender y tomar decisiones, ya que ser niños no significa ser incapaces.
Si quieren aprender un poco más sobre colecho y la enorme cantidad de beneficios, les recomiendo al Dr. Carlos Gonzalez, él puede decirles la perspectiva de un doctor ya que yo solamente les platico mi propia experiencia como mamá, y si tienen alguna opinión o experiencia que quieran compartir, nos encantaría leerla.
-ash